El
artículo “Calidad educativa y formación del profesorado” del autor José Ernesto
Sánchez de Cos Suárez me ha hecho reflexionar a cerca de uno de los problemas
que más me preocupa como futura maestra: nuestro trabajo no está valorado por
la falta de calidad del sistema educativo.
Trabajar
bien, pero también más y mejor debe ser nuestro objetivo común, y eso implica
una reflexión sobre la propia acción educativa que tiene como fin acabar con
las preocupaciones diarias y ser verdaderos profesionales en nuestro trabajo.
Necesitamos
más práctica, nuevas ideas, nuevos paradigmas, que nos deberían proporcionar
las instituciones en las que nos formamos y también que deberíamos buscar e
investigar nosotros mismos de manera autónoma. De manera que partir del trabajo
en equipo y la colaboración entre profesores es un buen camino, pero cubrir las
necesidades de formación del profesorado es imprescindible y debe ser el punto
de partida.
Entre
otras soluciones, considero que subir la nota de corte para entrar a la
universidad puede ser una solución, de esta manera sólo llegarían a ser
maestros las personas más preparadas y también encontrarían trabajo con mayor
facilidad, dado que la cantidad de docentes graduados bajaría. Esta manera de
funcionar es la que levan a cabo los países con mayor índice de competencia
educativa, como Finlandia. Como bien se dice en el artículo, del mismo modo que
una empresa quiere en su equipo a los mejores trabajadores, en un colegio
también queremos a los mejores profesores.
A
modo de conclusión cabe decir que pueden ser muchos los motivos por los que
nuestro sistema educativo requiere un cambio, la falta de una buena formación,
de vocación y de innovación, entre otros, nos sirven para explicar la necesidad
de renovar. Todo ello sólo se puede conseguir formándonos y siendo competentes
y exigentes con nuestro trabajo.
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