Como sabemos, uno de
los temas que tradicionalmente más preocupa al profesorado es el de la
evaluación. A continuación voy a intentar resolver dudas respecto a preguntas
como… ¿Qué significa evaluar? ¿Qué es lo que se evalúa?, ¿Cuándo conviene
evaluar?, ¿Con qué instrumentos?, ¿Para qué evaluamos? etc., son preguntas
constantes que, en muchos momentos deberían servir para organizar nuestra
intervención educativa en su totalidad.
Pasadas están las
épocas en que evaluar era sinónimo de examinar al final de un curso académico y
cuando, sin tener en cuenta el progreso realizado por el alumnado, su punto de
partida y sus logros parciales, se dictaba sentencia en función de los
resultados obtenidos en un único examen final, definitivo.
El planteamiento
actualizado de la evaluación debe basarse en prácticas cuya finalidad es
comprobar lo que el alumnado sabe. Se trata de valorar las adquisiciones que se
han realizado, ya que la evaluación es parte esencial del proceso de
enseñanza-aprendizaje y uno de sus objetivos es el de informar a los agentes
educativos de los avances que se van logrando para reafirmarse en la
aproximación que se está poniendo en práctica o para ayudar a reformular ésta
introduciendo los cambios necesarios.
Esto significa que no
es sólo el alumno/a el objeto de evaluación sino que lo son todos los agentes
educativos que intervienen en el proceso de enseñanza-aprendizaje incluyendo,
así mismo, recursos, metodología y materiales utilizados.
Desde esta perspectiva,
la evaluación significa valorar el proceso de enseñanza-aprendizaje en su
conjunto y modificar éste para adaptarlo a las necesidades que vayan surgiendo.
Así pues, son muchos
los factores los que han puesto de manifiesto la necesidad de cambios en todo
el sistema educativo, y uno de los temas que poco se ha modificado es la
evaluación.
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